Acuerdo histórico, unión de intereses… el pacto entre China sobre cambio climático encierra una pugna histórica.
La cuestión de la lucha contra el cambio climático encierra una contradicción mucho más determinante: la del crecimiento económico de los BRICS, encabezados por China, y la del ocaso imperial de EEUU, como cabeza de las viejas potencias occidentales y sus áreas de influencia.
En la reciente cumbre bilateral en Pekín, EE.UU. se comprometió a bajar sus niveles de emisión un 26 a 28% en 2025 en comparación con los niveles de 2005. Mientras que China prevé un pico en sus emisiones de gases de efecto invernadero en torno a 2030, o si es posible antes, aunque no mencionó una cantidad específica, lo que sí señaló Xi es que en ese año un 20 por ciento de la energía producida en su país procederá de fuentes limpias y renovables.
Las recomendaciones de los científicos van mucho más allá. La síntesis del informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) del pasado 2 de noviembre afirma que, para evitar un calentamiento global de más de 2 grados centígrados antes de que finalice el siglo, las emisiones globales deben reducirse entre un 40-70% para el año 2050, en relación con 2010, y llevar las emisiones a casi cero de aquí a 2100. Por tanto invitan a que antes de 2020 las emisiones lleguen al pico máximo y empiecen a bajar lo más rápidamente posible.
Por ello, el anuncio del “histórico” acuerdo al que han llegado en Pekín Obama y Xi Jinping es considerado por los expertos en cambio climático como insuficiente, han alcanzado un consenso sobre aplazar la fecha en que empiezan sus esfuerzos climáticos, entre 2025 y 2030.
Este acuerdo marcará sin duda la próxima conferencia de las Naciones Unidas de 2015 en París.
China no va a poner en peligro su objetivo de crecimiento anual del 7,2% hasta el 2020. A pesar de los esfuerzos hechos por el país emergente en introducir energías renovables (es el primer país del mundo en expansión de estas) su peso relativo es todavía pequeño. Su objetivo es reducir su intensidad de carbono (emisiones de GEI por unidad de PBI) de su economía en un 40-45% de aquí a 2020 en relación a 2005.
Por el otro lado, los EE.UU, que son los principales contaminantes del siglo XX visto en su conjunto, no se han marcado más que una reducción de la emisión de gases sobre la base de los niveles de 2005, el año con las mayores emisiones de la historia de EEUU. Obama ya había anunciado sus objetivos para el 2020, al anunciar una reducción de emisiones del 17% en base a los niveles de 2005. Sin embargo la reducción propuesta es alta sólo en apariencia, pero en comparación con los niveles de 1990, año utilizado como punto de referencia internacional, la reducción anual es de tan sólo el -0,43%.
¿Nada nuevo pues bajo los cielos?
La producción eléctrica a partir de energías renovables alcanzó en 2013 un récord, con 1.560 gigavatios (GW), un 8,3% más que en 2012. En su conjunto, más del 22% de la producción eléctrica mundial provino de fuentes renovables.
El Informe Global sobre el Estado de las Energías Renovables 2014 de REN21 (organización internacional que engloba a instituciones, empresas y ONGs del sector) pone de nuevo de manifiesto la contradicción entre el mundo emergente y el ocaso imperial norteamericano en el terreno energético.
Afirma que el crecimiento de las renovables no es lineal en todos los países del mundo. Por un lado, el número de economías emergentes con políticas de apoyo a las renovables ha aumentado más de seis veces en solo ocho años: ha pasado de 15 países en desarrollo en 2005 a 95 a principios de 2014. Por otro lado, las incertidumbres en las políticas públicas, incluso con reducciones retroactivas, han contribuido a disminuir su apoyo en algunos países europeos y en Estados Unidos.
China posee más del 20 por 100 del consumo energético mundial y un 25% de las emisiones. Junto a EEUU emiten el 45% de los GEI del planeta. Ha experimentado un crecimiento económico espectacular en las últimas tres décadas lo cual ha significado un aumento del consumo energético y de los niveles de contaminación, que le sitúan como una pieza clave tanto del campo de los países emergentes como de la lucha contra el cambio climático.
El año pasado, el 24% de la capacidad renovable mundial se concentró en China. Las fuentes renovables rebasaron en este país por primera vez a las fuentes fósiles y nucleares en términos de nueva capacidad eléctrica. Asimismo, destacan las inversiones en generación hidroeléctrica, solar fotovoltaica y eólica. Un tercio de la nueva capacidad de energía solar fotovoltaica mundial se concentró en este país.
En los últimos años China ha destinado una gran cantidad de dinero y recursos para promover la industria de la tecnología limpia en áreas bastante diversas tales como la energía eólica, la energía solar, las baterías y los automóviles eléctricos, etc., todo ello como parte de una política más amplia de independencia energética y protección del medioambiente.
La Ley de Energía Renovable de 2005 fijó que el uso de estas energías tenía que alcanzar un 10 por 100 del total en 2010 y un 20 por 100 en 2020, y a la vez, reducir la intensidad energética en un 20 por 100 para 2010 en relación a 2005. Esto significó un cambio estratégico en la política energética.
Como resultado, en cinco años China sobrepasó a EEUU como principal inversor en renovables invirtiendo en ellas un 148% más que en 2005 para colocarse en los primeros lugares del mundo en algunas de dichas energías. Por ejemplo, en capacidad eólica instalada, China fue duplicando su capacidad cada año, entre 2006 y 2008 y sobrepasó a India para alcanzar el primer puesto en Asia. Además, China alcanzó en 2009 la segunda posición mundial junto con Alemania, y en 2010 alcanzó la primera posición superando a EEUU.
Aunque en términos relativos su producción de energías renovables es pequeña y sus emisiones elevadas, la expansión de las renovables en el gigante emergente permite pensar que en unos años podrá liderar también en el terreno de las renovables al conjunto de naciones históricamente pisoteadas por las potencias occidentales para hacer frente a la hegemonía norteamericana.
En Estados Unidos. La participación de la generación renovable aumentó en 2013 a casi el 12,9% (12,2% en 2012), a pesar de una caída en la energía hidroeléctrica. La participación de la generación neta de electricidad a partir del carbón ha disminuido casi un 19% durante el periodo 2008-2013.
A EEUU le sigue Brasil (generación hidroeléctrica y eólica); Canadá (hidroeléctrica) y Alemania, que ha pasado de 800.000 clientes residenciales de energía verde en 2006, a 4,9 millones en 2012, el 12,5% de todas las casas privadas del país. Casi la mitad de la capacidad de energía renovable era propiedad ciudadana en 2013.
España ha pasado de líder mundial en generación de renovables a la cuarta posición. La suspensión de las primas o las trabas al autoconsumo energético para favorecer a los intereses de los grandes monopolios eléctricos por sus acuciantes necesidades financieras fijan el retroceso. A pesar de ello, España fue el primer país en producir más electricidad de origen eólico (20,9% del total) que de cualquier otra fuente durante todo el año.