Terremoto popular contra los recortes


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Un terremoto político de grado superior ha sacudido el país este 24 de mayo

El bipartidismo, PP y PSOE, han sufrido una sacudida sin precedentes en la historia de la democracia: en las autonómicas pierden 2,5 millones de votos y 161 escaños en los parlamentos de las 13 comunidades autonómicas donde se han celebrado elecciones; en las municipales la sangría de votos suma 3,1 millones de votos y 4.700 concejales. La consecuencia más inmediata ha sido la pérdida del poder territorial del PP y de sus 500 mayorías absolutas y su consiguiente desalojo de los gobiernos autonómicos y las principales ciudades del país donde venían gobernando.

Los responsables son los más de 9 millones de personas que han votado contra la política de saqueo y recortes en las municipales y que representan ya el 40% del total de votos y los 5,3 millones de votos autonómicos, expresión de un imparable e indignado viento popular que ha asestado un golpe cuantitativo y cualitativo al bipartidismo gestor de los intereses de Washington y Berlín y la oligarquía española, creando una nueva situación en todo el país favorable a los intereses populares y poniendo en serias dificultades al proyecto de saqueo e intervención hegemonista.

Es un viento que se ha manifestado contra el saqueo y por un cambio que va más allá de las fuerzas políticas que dibujan el nuevo escenario político. Un viento popular, con un fuerte componente de izquierdas y patriótico, nacional, frente a las draconianas imposiciones exteriores de Washington y Berlín y los nacionalismos fragmentarios y excluyentes.

Las consecuencias no han hecho más que empezar, en el PP empiezan las dimisiones de la “vieja guardia” y el cuestionamiento de Rajoy. A las anunciadas dimisiones de Fabra en la C.Valenciana y Bauzá en Baleares pueden seguirle unas cuantas más, Vicente Herrera en Castilla-León, Rudi en Aragón o Cospedal en Castilla-La Mancha.

En el PSOE ya llaman a las puertas de las candidaturas ciudadanas, Podemos y Ciudadanos que juraron no llamar nunca, aunque las líneas rojas intrínsecas al propio vendaval popular colocan a esta pata izquierda del bipartidismo en bancarrota a la defensiva.

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