¿Qué consecuencias tiene el Brexit para la política europea y mundial? ¿Por qué los británicos han decidido abandonar una UE que hasta ahora era presentada como una apuesta segura?
Contra todo pronóstico, un 52% de los votantes británicos han decidido en referéndum que Reino Unido abandone la Unión Europea. Todo un terremoto que ha sacudido el planeta. Las bolsas han registrado pérdidas históricas, el proyecto de la Unión Europea sufre mucho más que un contratiempo, y su mismo futuro está en entredicho. ¿Qué consecuencias tiene el Brexit para la politica europea y mundial? ¿Por qué los británicos han decidido abandonar una UE que hasta ahora era presentada como una apuesta segura?
Una doble fractura
Todos los analistas culpan del desastre a la irresponsabilidad de David Cameron, al convocar un referéndum sobre la permanencia de Reino Unido en la UE que no era necesario.
Y que solo cumplía el objetivo de dirimir cuestiones de política interna para frenar el avance de la ultraderecha de UKIP, furibundamente enfrentados a Bruselas, o lidiar las desaveniencias con los sectores antieuropeístas del Partido Conservador.
Esa es una visión distorsionada y falsa. Para comprender el Brexit hay que quitarse las gafas de cerca y ponerse las de lejos, las que valoran cada acontecimiento en cualquier país del planeta desde los movimientos en en el tablero geopolítico mundial.
Es imposible que un acontecimiento de la trascendencia global que tiene el Brexit responda únicamente a la estrategia, acertada o errónea, de David Cameron para asegurarse su futuro político.
Empezar a comprender el Brexit es conocer qué posición han adoptado los principales centros de poder mundiales.
Comenzando no por Londres sino por Washington, no solo la única superpotencia, sino también el auténtico centro de mando de los asuntos británicos desde la IIª Guerra Mundial.
Reino Unido es uno de los eslabones más fuertes de la cadena imperialista. Es la segunda potencia militar del bloque norteamericano, y juega el papel de cabeza de puente privilegiada de la intervención norteamericana en Europa.
Y lo primero que comprobamos es que en la gran burguesía norteamericana no ha existido la unanimidad que sí se produjo ante el referéndum por la independencia de Escocia. Entonces todos los sectores políticos, económicos… en Washington defendieron cerradamente la unidad de Reino Unido. Ante el Brexit ha ocurrido algo bastante diferente.
Obama y Hilary Clinton, el partido demócrata, instituciones como el FMI o la Reserva Federal, han hecho campaña por la continuidad de Reino Unido en la UE. Partiendo de la tradicional política de Estado norteamericana, donde la presencia de Londres en las instituciones de Bruselas fortalece su capacidad de intervención en los asuntos europeos.
Solo 24 horas después del referéndum, el secretario de Estado norteamericano, John Kerry, viajó a Londres y a Bruselas para enfrentar el nuevo escenario. Y Obama declaro que Reino Unido y la Unión Europea siguen siendo “socios esenciales” de los Estados Unidos, añadiendo que su presencia en la OTAN “sigue siendo piedra angular” en la política exterior norteamericana.
Pero al mismo tiempo, otros sectores han mostrado una sorprendente tibieza, cuando no un apoyo abierto al Brexit.
Donald Trump, candidato del Partido Republicano en las elecciones de noviembre, ha celebrado como “algo grandioso” el triunfo del Bréxit, concluyendo que “Reino Unido ha retomado las riendas de su país”, y anticipando que “el enfado mostrado por los británicos se extenderá a otros lugares”.
No es una más de las excentricidades de Trump. The Wall Street Journal, biblia del gran capital norteamericano y tradicional portavoz de los sectores de la gran burguesía yanqui más agresivos, publicaba un editorial titulado “Una revolución muy británica”, donde se recibía con simpatía el triunfo del Brexit.
En una situación internacional caracterizada por la emergencia de nuevas potencias, especialmente China, y el declive de la hegemonía norteamericana, algunos sectores de la gran burguesía yanqui pueden estar jugando la carta de debilitar, marginalizar y encuadrar más férreamente un continente europeo que ha pasado a ser un centro secundario del tablero mundial.
Es significativo que mientras las bolsas europeas recibían el Brexit con pérdidas de entre un 8% y un 14%, Wall Street solo se dejara un 3,5%.
Esta división en Washington se ha agudizado en el seno de la oligarquía británica.
El papel de Reino Unido en Europa y en el mundo es pues un aspecto fundamental de la política exterior norteamericana.