Fracaso de Mas. Batalla perdida del independentismo


Fracaso de Mas. Batalla perdida para el independentismo

Balance de las elecciones del 27s

Artur Mas ha cosechado el 27-S un estrepitoso fracaso político, a pesar de protegerse con la “lista unitaria” de JuntsxSí. Y el independentismo ha perdido el “plebiscito” por la ruptura en que intentaron convertir estas elecciones

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En estas elecciones catalanas se jugaban dos batalla decisivas. Por un lado el avance del “procés soberanista” que amenaza la unidad, y por otro la fortaleza o debilidad de Artur Mas, la cabeza que ha ejecutado en Cataluña los recortes ordenados por el FMI y la UE. En ambas batallas los intereses populares y la unidad han ganado, y los que defienden la fragmentación y los recortes han perdido. Artur Mas ha cosechado el 27-S un estrepitoso fracaso político, a pesar de protegerse con la “lista unitaria” de JuntsxSí. Y el independentismo ha perdido el “plebiscito” por la ruptura en que intentaron convertir estas elecciones.

¿Cómo van a llevar adelante su proyecto si 7 de cada 10 catalanes están en su contra? ¿Cómo se atreven a decir que “representan a la mayoría de catalanes” si solo les han apoyado uno de cada tres?

La clase obrera y el pueblo trabajador se moviliza en defensa de la unidad y contra los recortes

El elemento principal que explica el fracaso político de Artur Mas y JuntsxSí, y la derrota del independentismo en “su plebiscito” es el aumento de la participación.

El 77,99% de participación es un récord histórico en unas autonómicas, diez puntos por encima del registrado en 2012 y casi 20 puntos más que en 2010. Y del medio millón de votos más, el 86% está concentrado en las zonas obreras y con mayor presencia de pueblo trabajador de Barcelona o Tarragona.

El pueblo trabajador y la clase obrera catalanas -despreciados, ninguneados o incluso decretados casi como desaparecidos por muchos- se ha convertido en protagonista de estas elecciones. Ante una ofensiva sin precedentes contra la unidad encabezada por Artur Mas, se han movilizado para defender la unidad y castigar a los principales defensores de los recortes.

Los resultados en el cinturón obrero de Barcelona y en los barrios más populares de la capital son espectaculares.

JuntsxSí recibe un castigo mucho mayor que el cosechado en el resto de Cataluña, quedando reducida en muchas importantes localidades al papel de tercera, cuarta o quinta fuerza política.

Y el apoyo a las fuerzas que no comulgan con la fragmentación crece justo allí donde hay mayor presencia de clase obrera y pueblo trabajador.

Porque una gran mayoría ha percibido acertadamente que la fragmentación es un ataque hacia los intereses populares.

Por eso Ciutadans -una formación no adscrita en la izquierda tradicional- se ha disparado en el cinturón obrero, convirtiéndose en primera fuerza política en Hospitalet, la segunda ciudad más poblada de Catalunya.

Y también esta es la razón de que Catalunya Sí que es Pot -la coalición de Podemos, ICV y EUiA- haya retrocedido. En lugar de defender  consecuentemente desde la izquierda la unidad del conjunto del pueblo trabajador de España, han lanzado permanentes guiños a la ruptura, defendiendo en su programa una “República catalana” o eligiendo como cabeza de lista a Lluis Ravell, un líder vecinal que admite haber votado en la consulta del 9-N Si-Si, la respuesta más independentista y que defendía Artur Mas.

Pero la clase obrera y el pueblo trabajador también han votado masivamente contra los recortes. Esta es la razón de que a pesar de enfrentarse al desafío independentista de Artur Mas el bipartidismo de PP y PSC siga perdiendo apoyos en Cataluña, superados por Ciudadanos y reducidos a un 16% del censo. O que también explica el fulgurante ascenso de las CUP, una candidatura independentista pero de la izquierda radical, virulentamente enfrentada a los recortes y al dominio de la burguesía catalana.

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