Lucille and the King of B.
Muere BB King, leyenda de la guitarra y el blues
Érase un old bluesman, negro, gordo y orondo como el cuerpo de su vieja Gibson, Lucille. Era el rey de un reino sureño de doce compases melancólicos, fundado por esclavos, en el cálido delta de un rio.
El Rey amaba a Lucille. La amaba más que a su vida. Tanto que la hacía cantar y gemir y llorar cada noche de gozo, pena o placer. Hacía vibrar sus cuerdas y su alma y la del público. Pero BB King ha muerto y ahora Lucille no tiene quien la acaricie y la haga llorar. Y sin embargo todos en el delta del mundo seguirán escuchando sus lamentos. Por siempre.
Se ha ido uno de los artistas más influyentes de todos los tiempos, un guitarrista del Olimpo de las seis cuerdas y el músico más importante de ese río lento, sinuoso y melancólico que conocemos como blues. 50 discos y 15 premios Grammy, y sobretodo el calor de su público y el reconocimiento mundial lo atestiguan.
De los campos de algodón a las estrellas hay un largo camino de sudor, escenarios e inaudito talento. Ryley B. King, más conocido por su mote de principiante, BB `Blues Boy´ King, nació en el un hondo pozo de miseria sureña, la plantación de Itta Bena (Misisipi), en unos años 20 en la que parecía que el único destino de un negro jornalero era soportar el racismo, la segregación y la superexplotación.

BB King democratizó el blues, transformó un género rural, relativamente marginal, en una música universal y urbana
Quizá el único escape fuera la música que llenaba su alma cuando cantaba gospel en su iglesia baptista, así que con sólo doce años, el pequeño Ryley compró su primera guitarra por 15 dólares y aprendió a tocar en la puerta de su cabaña. Así fue haciéndose un nombre por aquellos lugares.
Pero no fue hasta 1947 cuando King peregrinó en autostop a Memphis para labrarse una carrera musical. Con la ayuda de su primo Bukka White, ya consagrado en aquel mundillo, King actuó en el programa de radio de Sonny Boy Williamson, llamando la atención de público y críticos. Su primer nombre artístico Beale Street Blues Boy no tardó en acortarse hasta `BB´ y comenzaron a lloverle actuaciones y contratos, hasta que recibió la llamada de Sam Phillips, el productor que más tarde fundaría la mítica discográfica Sun Records y descubriría a artistas de la talla de Elvis Presley, Jerry Lee Lewis, Roy Orbison y Johnny Cash. En 1951 graba su primer superventas, Three o'clock blues y comienza su escalada hasta el Olimpo.
BB King ya era dueño de su propia fama a mediados de los 50 cuando conoció a la amante de su vida, su legendaria guitarra Lucille. Durante una actuación en una pequeña localidad de Arkansas, dos hombres comenzaron una pelea por una mujer, tan violenta que el local acabó incendiándose. El bluesman ya estaba a salvo cuando decidió arriesgar su vida y atravesar las llamas para rescatar a su nueva y flamante guitarra de 30 dólares, a la que puso el nombre de la dama que había originado todos aquellos fuegos. Y aquella fue ya para siempre la reina de su música. Aunque el genio tuvo varios instrumentos -casi siempre modelo Gibson ES-335- siempre negras y brillantes, todas eran Lucille, en todas habitaba transfigurada aquella misma alma dulzona, vibrante y sensual salvada de un incendio.

A partir de ahí, y sin tener que vender su alma a Lucifer en un cruce solitario de caminos -su único exceso fueron sus quince hijos y su afición por el juego, pero era abstemio y vegetariano- el talento de BB King traspasó las fronteras norteamericanas. En la década de los 60, BB King ya no sólo era un genio del blues y el R&B conocido en el mundo entero, sino uno de los mejores guitarristas de todos los tiempos. El infatigable roadman regalaba a su público una media de más de 300 directos al año. En el 64 graba su mítico directo Live at the Regal y en el 70 gira por todo el mundo como telonero de los Rolling Stones. Y pasaron las décadas, y llegaron hasta 15 premios Grammy. Y cada vez que algún periodista preguntaba al octogenario si no veía la hora de jubilarse, el viejo bluesman sonreía socarrón y contestaba "sólo me iré cuando me llame el de arriba".
BB King democratizó el blues. De su mano, el género emprendió un viaje decisivo: transformarse de un género rural, relativamente marginal y `de negros´ a ser una música universal y urbana, disfrutada y saboreada por el gran público. King tomó temas de la tradición más clásica del blues, como la canción de Roy Hawkins, The Thrill Is Gone y los transformó en joyas para la inmensa mayoría. Además de grandes temas de sus comienzos como You Don't Know Me, Please Love Me o You Upset Me Baby, cualquier amante del blues ha hecho sus delicias con canciones como Payin' The Cost To Be The , Why I Sing The Blues, How Blue Can You Get, Everyday I Have The Blues, Three O'Clock Blues o Lucille entre otros. La lista de artistas que quisieron contar con el rey del blues es amplísima: Sammy Davis Jr, Eric Clapton, Stevie Wonder, Gary Moore, U2 o Raimundo Amador por decir unos pocos. Mención aparte merece la profunda amistad y la gran admiración (mutua) que el rey del blues tenía por Frank Sinatra, al que siempre agradeció que abriera "las puertas de la música negra de los locales sólo para blancos", y con el que tocó incontables veces en los 60.
De la misma forma que un río cambia, fertiliza y transforma los meandros que inunda, aquel soberano de las seis cuerdas fecundó la música que amaba, influyendo poderosamente a todos los guitarristas de rhythm and blues que le sucedieron, con -como decía Komara- "un sofisticado estilo de solos basados en fluidas cuerdas dobladas y brillantes vibratos ". Su personalísimo e identificable estilo guitarrístico siempre se dejó adornar con elementos y arreglos de jazz, swing y pop, creando un eclecticismo que permitió que otras ramas de la música popular americana, incluidas el rock, el hard rock y hasta el heavy metal, bebieran abundantemente de él como fuente de inspiración. Sin BB King no habría -al menos tal y como los conocemos- ni Clapton, ni Beetles, ni Stones, y hay quien se atreve a decir que tampoco Hendrix, ni Zeppelin, ni Rock n´Roll. Su influencia, como la del Mississipi, ha dejado un vasto delta en la música popular y muchas toneladas de sedimento mar adentro.
Un genio de la música con una energía inconmensurable que disfrutó haciendo vibrar de gozo a Lucille y al público: "¿sabes que me hace más feliz que nada? Dame seis cuerdas y seré feliz", decía a menudo.
Por siempre, maestro.
BB King no sólo era un genio del blues y el R&B, sino uno de los mejores guitarristas de todos los tiempos


