Günter Grass desentrañó los “huevos de la serpiente” del fascismo enquistados en la sociedad alemana
Günter Grass ganó el Premio Nobel de Literatura y el Príncipe de Asturias. Premios que recibió, además de muchos otros a lo largo de su carrera, por una obra dedicada a impedir que quienes escriben la historia nos hicieran olvidar los horrores del nazismo.
Entre sus obras más conocidas está El tambor de hojalata (1959) obra maestra de la literatura alemana y, para muchos, la mejor novela alemana de este siglo.
Al final de la guerra, Grass, llegó a la convicción de que había que terminar con la venenosa herencia ideológica que dejaba el fascismo en la sociedad alemana, y encontró una respuesta cuando afirmó: “Sentí que para mi generación y para los autores de la literatura alemana que renacía, los temas centrales ya estaban fijados: la guerra criminal desatada por Alemania, la capitulación total; los crímenes y su sombra trágica”.
A través de su obra se enfrentó a quienes querían “pasar página” sin expurgar los fantasmas del fascismo. Denunciando, también, los que se presentaban como víctimas; “Algunos dirigentes políticos y hasta algunos intelectuales, construían leyendas. Hablaban de un pobre pueblo engañado, manipulado por los nazis.”
Las memorias de Günter Grass, “Pelando la cebolla”, desentrañan los más profundos” huevos de la serpiente” del fascismo enquistados en la sociedad alemana con la ascensión del régimen nazi. Grass disecciona la médula ideológica, cultural y social de la Alemania que acabaría convertida en el santuario de la barbarie. “Pelando la cebolla”es una descarnada denuncia a la clase política alemana, y en particular a la socialdemocracia.
No es de extrañar la avalancha de críticas y ataques personales de las que participó hasta la canciller alemana Angela Merkel tras la publicación de la obra.
Como Günter Grass decía, rememorar y encontrar la verdad es como pelar una cebolla “La cebolla tiene muchas pieles. Apenas pelada, las pieles se renuevan. Cortándola, hace saltar las lágrimas. Sólo al pelarla dice la verdad”
Empezando por la estremecedora historia de su tío Franz. Cartero alemán que se unió a la defensa del Correo Polaco en la Heveliusplatz, luego, fusilado por la ley marcial alemana, algo muy corriente en la época del canciller Adenauer, miembro del Partido de Centro y cofundador del CDU. En 1933 fue encarcelado por su oposición a los nazis pero luego se convertiría en el primer canciller de la República Federal.
Günter Grass,continúa la historia de su tío Franz relatando que en la familia “no se volvió a hablar de aquel tío súbitamente ausente, y que, por encima de la política o a pesar de ella , había sido querido”. El tío Franz desapareció de la memoria familiar y así se fue enquistando en cada familia alemana un “huevo de la serpiente”
Los recuerdos de infancia de Grass le llevan hasta Wolfgang Heinrichs, el único de sus amigos de la niñez que no soñaba con enrolarse en la Marina, ni se sentía orgulloso de las victorias del glorioso ejército alemán. Décadas después, Grass, supo que el padre de Heinrichs “había sido un auténtico antifascista, no un antifascista auto designado a porteriori. “ El padre de su amigo de la infancia había sido miembro y diputado del Partido Socialdemócrata Independiemte de Alemania. Se opuso a los barones de su partido por la complicidad y la alianza gubernamental con los nazis y como castigo fue detenido por la Gestapo y llevado a un campo de concentración. Logró escapar y se pasó al bando ruso. Cuando finalmente el padre de Heinrichs regresó a a Alemania se opuso a la unificación forzosa del Partido Comunista y el Socialista en un Partido Unitario Socialista. Amargado, murió años después apartado por sus compañeros de partido.
En la medida en que Gúnter Grass desentraña vivas revelaciones sobre la convivencia de la socialdemocracia alemana con el nazismo antes y después del régimen, se preguntaba
así mismo porque “me hice el tonto…evité una vez más las palabras “por qué” de modo que, al pelar la cebolla , mi silencio me atruena en los oídos”
Capa a capa , Gúnter Grass, pelaba la cebolla y nos acercaba a la verdad.
Grass había confesado su pertenencia a la edad de 17 al Partido Nacional socialista pero con la publicación de sus memorias confesó por primera vez su enrolamiento en las Waffen SS, guarda pretoriana del régimen. Hechos execrables que Grass confesó voluntariamente sin buscar justificarse ni restarle importancia. Justamente, aquellos a quienes el Nobel llama en su libro los “antifascistas autodesignados a posteriori” fueros los más encarnizados críticos con el escritor tras la confesión.
Pocos ( contados con los dedo de la mano) intelectuales y políticos contravinieron el silencio impuesto al final de la guerra sobre lo que realmente ocurrió durante el nazismo, con la sociedad alemana.
Las memorias de Gúnter Grass no tratan sobre su biografía y sus confesiones sino de un problema colectivo, terrenal y vigente en Alemania. En la Alemania actual siguen mandando quienes apoyaron y formaron parte del régimen.
Los juicios al final de la II Guerra mundial dejaron sin procesar a gran parte de los mandos del fascismo y a las familias de la oligarquía alemana, quienes apoyaron el ascenso de Hitler y se unificaron en su proyecto. Monopolios como Ig.Farben, Thyssen, AEG, Siemens, Dailer-Benz, Volkswagen … Multinacionales que siguen siendo manejadas por las mismas familias y que tienen en el actual gobierno alemán a sus representes; eran los dueños de mano de obra de los campos de concentración y multiplicaron enormemente sus capitales con la industria de la guerra.
La plana mayor de la clase política alemana, la socialdemocracia y la clase dominante convivieron o dirigieron el horror. Los “adalides morales” de la socialdemocracia todavía no han confesado sus crímenes.
Estos son los verdaderos fantasmas de carne y hueso que viven en la casa común alemana.