El poeta que subvirtió de manera tajante la lírica contemporánea, nació en San Fabián de Alico, cerca de Chillán (en el centro sur de Chile), el 5 de septiembre de 1914, en el seno de una familia de origen campesino. Junto a sus padres y numerosos hermanos -Violeta Parra entre ellos-, constituían una familia de clase media provinciana, sometida a la precariedad económica y los continuos cambios de residencia. En 1932 –a los dieciocho años- el poeta se trasladó a Santiago para concluir los estudios secundarios en el Internado Barros Arana. Allí trabó amistad con Jorge Millas, Luis Oyarzún y Carlos Pedraza, con quienes compartió búsquedas literarias y artísticas. En 1933 ingresó en el Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile, para iniciar las carreras de matemáticas y física.
La personalidad inquisitiva y curiosa de Parra lo llevó muy pronto a explorar todo el horizonte literario y cultural que lo rodeaba, descubriendo y probando diferentes estilos, lenguajes y formas de arte contemporáneo. Este proceso influyó y traspasó toda su producción poética y lo llevó a establecer y profundizar su propia estética. En su primer libro publicado, Cancionero sin nombre (1935), incorporó la figura métrica del romance, el desarrollo narrativo de los poemas y el hablante poético como personaje de los versos. Según la crítica especializada, el modelo de este poemario fue el Romancero gitano de Federico García Lorca, aunque ya existen allí elementos que prefiguran la antipoesía. La sintonía con el romance provino del conocimiento de la cultura tradicional campesina que lo rodeó desde niño.
En 1943 viajó a Estados Unidos becado por el Institute of International Education para continuar estudios de especialización, que amplió a partir de 1949 en Gran Bretaña. Este período lo vinculó con la literatura y cultura de Norteamérica y Europa, potenciando su dominio poético. Dos años después de volver a Chile, en 1954, publicó Poemas y antipoemas, el libro que produjo un corte radical en la poesía chilena e hispanoamericana, y marcó la irrupción del “modelo antipoético”. En este volumen desarrolló su propuesta literaria, distinta de las que practicaban los creadores chilenos en ese momento: la antipoesía. Sus versos cargados de ironía, utilizan un lenguaje cotidiano, directo, con un ritmo que se adapta en cada poema a la circunstancia a la que se refiere.
La cueca larga (1958), publicada cuatro años después, muestra otra de la fuentes de inspiración de Nicanor Parra: los festivos ritmos populares chilenos, que parodia con singular destreza. Desde este momento la producción de Parra se hizo más prolífica: Versos de salón (1962), Canciones rusas (1967), Obra gruesa (1969), Artefactos (1972), Sermones y prédicas del Cristo de Elqui (1977), Nuevos sermones y prédicas del Cristo de Elqui (1979), Chistes para desorientar a la poesía: Chistes parra desorientar a la policia (1983), Coplas de Navidad (1983), Poesía política (1983), Hojas de Parra (1985). Cada uno de estos libros revela y desarrolla las premisas del modelo antipoético y la capacidad del poeta para hacerlo evolucionar.
Esta extensa trayectoria convirtió a Nicanor Parra en uno de los protagonistas esenciales de las letras chilenas desde la segunda mitad del siglo XX. La influencia de su propuesta estética sobre la cultura nacional le valió obtener el Premio Nacional de Literatura en el año 1969. A los reconocimientos y homenajes que ha obtenido en Chile, como el Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda (2012), se han sumado en los últimos años importantes distinciones internacionales, entre las cuales destacan el Premio Juan Rulfo en 1991, el Reina Sofía en 2001 y, en 2011, el Premio Cervantes, máximo galardón de la literatura en lengua hispana.
Para el gran crítico literario Ignacio Echevarría (involucrado en los últimos años en la edición de las obras completas del poeta chileno): “La obra de Parra, la más libre y radical de toda la poesía escrita en español durante el último siglo, se resiste a ser fijada y encuadernada. Pese a lo cual, leer en secuencia los libros que ha consentido publicar en el transcurso de más de medio siglo, constituye una experiencia irreversible, trastornadora de todas las ideas que circulan comúnmente acerca de qué es y qué deja de ser poesía. Quizá debido a esto, el más grande poeta vivo de la lengua -como ha sido saludado por voces muy autorizadas- sigue siendo poco leído e insuficientemente apreciado en España. Una y otra vez me han preguntado las razones de que así sea, y todas las explicaciones que he sido capaz de aportar aluden a una incomprensión de sus propósitos y de sus alcances, propiciada por un previo malentendido acerca de qué cosa sea la lírica y cuál la relación de la palabra poética con el habla. No pretendo que en España no haya lectores receptivos a la antipoesía y buenos entendedores del programa que subyace a ella, el más subversivo y renovador de la poesía latinoamericana. Lo que sí digo es que los rumbos de la poesía española han desatendido en general -por razones penosas de explicitar- la propuesta de Parra, y que el estado de opinión más general acerca de ella es un amasijo de tópicos apenas dignos de ser rebatidos”.
AUTORRETRATO
Considerad, muchachos,?Este gabán de fraile mendicante: ?Soy profesor en un liceo obscuro, ?He perdido la voz haciendo clases.?(Después de todo o nada?Hago cuarenta horas semanales). ?¿Qué les dice mi cara abofeteada? ?¡Verdad que inspira lástima mirarme! ?Y qué les sugieren estos zapatos de cura ?Que envejecieron sin arte ni parte.??En materia de ojos, a tres metros ?No reconozco ni a mi propia madre. ?¿Qué me sucede? -¡Nada!?Me los he arruinado haciendo clases: ?La mala luz, el sol,?La venenosa luna miserable.?Y todo ¡para qué!?Para ganar un pan imperdonable?Duro como la cara del burgués?Y con olor y con sabor a sangre.?¡Para qué hemos nacido como hombres?Si nos dan una muerte de animales!??Por el exceso de trabajo, a veces?Veo formas extrañas en el aire,?Oigo carreras locas,?Risas, conversaciones criminales.?Observad estas manos?Y estas mejillas blancas de cadáver,?Estos escasos pelos que me quedan.?¡Estas negras arrugas infernales!?Sin embargo yo fui tal como ustedes,?Joven, lleno de bellos ideales?Soñé fundiendo el cobre?Y limando las caras del diamante:?Aquí me tienen hoy?Detrás de este mesón inconfortable?Embrutecido por el sonsonete?De las quinientas horas semanales.
(De Poemas y antipoemas, 1954)
J.Albacete