Un terremoto, dos epicentros


El terremoto de Albacete ha hecho emerger epicentros de otros seísmos mucho mayores.
La que está llamada a ser la principal empresa productora de gas en España busca inversores en la City londinense para explotar los hidrocarburos del subsuelo español.La susodicha empresa, Gas & Oil Capital, fue creada en 2009 y es ya la segunda empresa en superficie de hectáreas en propiedad.Sabe que los grandes fondos norteamericanos buscan inversiones de bajo riesgo con altos rendimientos.

España es un buen partido. Un país totalmente dependiente de la exportación de gas natural, con reservas terrestres no exploradas y unos costes de distribución mínimos que dejan un gran margen de beneficio.
España cuenta con la estructura fiscal y legal adecuada para los grandes inversores y Gas & Oil capital cuenta con un equipo de ex directivos de Repsol, con un amplio conocimiento técnico, mercantil y unas “excelentes relaciones” con las autoridades.

La Defensora del Pueblo, Soledad Becerril sugiere al Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente que haga público el informe del Instituto Geológico y Minero de España sobre los riesgos del fracking. La sugerencia es rechazada.
El Instituto General de Minas considera que hay indicios sobrados de que “las operaciones de gas no convencional pueden generar sismicidad”. No olvidemos que este Instituto elaboró uno de los informes que relacionaban los terremotos frente a la costa de Vinaròs (Castellón) con la inyección de gas en el almacén marino Castor.

En EEUU nos llevan la delantera. El fracking o esquisto es una técnica usada desde los ochenta. En junio del año pasado un estudio de la Universidad de Cornell (EEUU) afirmaba que la masiva inyección de agua residual del fracking explicaba que la media de terremotos anuales (de grado 3.0 o más) en Oklahoma haya pasado de 1 a 240 desde el 2008 al 2014.
Los estados en los que se están concentrando los pozos de extracción de gas mediante la inyección de agua a alta presión para romper la roca subterránea y liberar así los hidrocarburos atrapados entre el mineral han aumentado su índice de terremotos.

El estudio español apunta a la necesidad de estudiar detalladamente el subsuelo sobre el que quieren actuar para conocer su tendencia a los temblores, incluso “deben tenerse en cuenta la presencia de fallas potenciales que no puedan ser detectadas”. El gobierno sólo ha cartografiado las grandes fallas y en superficie.El movimiento vecinal y ecologista del Campo de Montiel (geológicamente Antepaís Bético Castellano) está en guerra contra el fracking.

Oil & Gas Capital quiere buscar gas subterráneo justo en 17.000 hectáreas situadas en el término de Ossa de Montiel, epicentro del seísmo que nos ocupa. El potencial de la exploración de la zona es “medio” y “el riesgo alto”.
Temen que pueda potenciar la actividad sísmica en la zona o que un terremoto provoque un desastre ecológico por la contaminación de acuíferos subterráneos.
Esto es tan sólo la punta del iceberg. En los últimos cinco años la solicitud de permisos de prospecciones ha aumentado un 80%, tanto para recursos convencionales como para esquisto (fracking).
La canadiense BNK ha solicitado usar el fracking en 12 pozos al norte de la provincia de Burgos y tantea abrir pozos en Cantabria y Burgos.

El Instituto Geográfico Nacional afirma que la zona donde se ha producido el terremoto no es un área en la que sean habituales los terremotos. Pero, a raíz de la precipitada decisión de instalar finalmente el Almacén Nuclear en Vilar de Cañas, a cien kilómetros de Ossa de Montiel, el Centro de Seguridad Nuclear (CSN) denunció en noviembre de 2014 la superficialidad de los informes.
El gobierno de Cospedal afirma que “no existen estructuras potencialmente inestables por respuesta sísmica en el entorno del emplazamiento ni en sus alrededores”. Industria lo aceptó.Pero el CSN afirma que, “en cuanto al potencial de fallas activas de la comarca, el que no estén en el catálogo QAFI [Base de Datos de Fallas Activas en el Cuaternario de la Península Ibérica] no significa que no existan fallas en el basamento con características similares a la de Escopete, que sí lo está.

El terremoto ha puesto en la picota al gobierno. Ni defiende la soberanía energética ni la salud de la población.
En lugar de promover el desarrollo de energías alternativas, el estado rebaja las exigencias para el fracking y la energía nuclear. Salvaguardar la salud, la independencia energética y la naturaleza debe prevalecer sobre los espurios intereses del máximo beneficio de unos pocos. Intereses que subvierten la ciencia.
La agresividad con la que estos intereses se están abriendo paso en el mercado energético es inusitado.
Los márgenes son ajustados en el fracking, por ello los grandes fondos de inversión anglo-norteamericanas demandan reducir al mínimo los costes. Eso es, rebajar la seguridad.

No debemos dejar que la ciencia española se degrade, al tiempo que nuestras riquezas son expoliadas y somos puestos en peligro.

La cuestión está en que los grandes bancos de inversión norteamericanos necesitan urgentemente colocar sus reservas en sectores que aseguren una elevada tasa de ganancia. En EEUU el mercado está maduro, por mucho que la propaganda sobre las inversiones energéticas en el sector recuerda los primeros años del fracking en los 80.
Se han venido inflando las previsiones de beneficio a límites insultantes, creando una burbuja especulativa que ha seguido la de las hipotecas.El fracking es rentable sólo en los primeros años. Después entra en una especie de sequía crónica hasta la muerte del negocio.Esto lleva a una agresiva perforación del suelo en busca de nuevos manantiales de gas y petróleo.No es agresiva sólo la técnica, sino también el propio ritmo de perforación del suelo. Hasta saturarlo y abandonarlo en busca de otro pozo nuevo.
Wall Street impulsó el frenesí de perforación de gas de esquisto, que dio lugar a precios inferiores al coste de producción por la sobreproducción para cumplir los objetivos fijados por los analistas financieros para la revalorización de acciones y se benefició de las fusiones, adquisiciones y otras comisiones financieras.
El endeudamiento obliga a incrementar la producción y bajar la guardia en la prevención de riesgos.
Por ello, todas las regiones de EE.UU. donde hay explotaciones de esquisto encierran la misma historia. En lugar de desarrollo económico lo que ocurre es degradación ambiental y los costes colaterales.

En España hay unos 70 permisos de exploración vigentes y otros 75 pendientes de otorgamiento. Buena parte de los recursos de gas estimados en España son de tipo no convencional (fracking).
Se cantan loas al impulso a la economía española y a la menor dependencia energética, pero eso son tan sólo banderines de enganche.

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