Entre la Liga BBVA y el C.D. Aviación existe un abismo social que recorre el fútbol de arriba abajo, entre el juego y el beneficio
La noticia ha pasado prácticamente inadvertida. Algunos minutos en alguna cadena aprovechando las imágenes más televisivas, con las excavadoras frente a decenas de chavales con sus familias y el presidente del equipo llorando. El Ayuntamiento de Madrid le ha arrebatado al C.D. Aviación un campo que venían utilizando desde hace más de 40 años. Un equipo popular en un barrio obrero de Madrid que ha jugado un papel crucial para sus vecinos. La recompensa del Ayuntamiento ha sido la de construir viviendas encima de sus recuerdos y miles de horas de juego. Como diría Ángel Cappa, de alegría.
Juan José Carrasco, el presidente del equipo, me cuenta que el Ayuntamiento no les ha dado alternativa ninguna, tratándolos como algo ajeno a la ciudad y con quien no se tiene ninguna responsabilidad adquirida porque no han rendido ningún servicio impagable a más de 10 mil niños durante décadas. “Nuestra labor más que deportiva es social. El capitán del equipo de los mayores lleva 26 años en el club. Hay gente que quiere más al Aviación que a su familia”.
Ese campo es del C.D. Aviación, y si no que les den otro, igual o mejor. El resto de razones legales son trampas o mentira. De facto.
Desde el Rayo Vallecano a cantidad de equipos de barrio les han ofrecido sus campos, pero como dice Carrasco “si nos vamos del barrio, ya no somos el Aviación”.
La otra cara del fútbol. Dos realidades entre las que media un abismo. Una realidad con múltiples aristas, deportivas, sociales, políticas, económicas, e incluso, filosóficas. Aspectos que en fútbol se agudizan mucho más en cuanto diriges la mirada a la cabecera de la clasificación de la “Liga BBVA”. ¿Con quién hablar en estos términos de fútbol?
Angel Cappa no necesita demasiada presentación. Asistente de Menotti en el Barcelona y la Selección de Argentina, de Valdano en el Real Madrid y el Tenerife, entrenador de Las Palmas, del Tenerife, y de varios equipos en Perú, México, Argentina y Sudáfrica. Nadie olvidará en Argentina la gesta de Cappa en el Huracán, al que llegaron a llamar “Los ángeles de Cappa”. Un sabio y un revolucionario del fútbol.
Ángel Cappa:
“El fútbol o es alegría o no es nada”
Empezamos por lo más comentado. Se ha convertido en prácticamente imposible competir con el Real Madrid y el Barcelona. ¿Todo se basa en el presupuesto?
Sí, pero también por el dinero que reciben de las cadenas de televisión, que supone una desigualdad muy grande respecto al resto de clubes. He escuchado, aunque no tengo la certeza, que hay una diferencia de 100 millones por año con el que les sigue.
También están los patrocinadores que les dan más dinero que al resto por la difusión que tienen los jugadores. Es una desigualdad alarmante. Hoy mismo escuchaba que se van a enfrentar el Eibar y el Real Madrid, y a los 63 millones al año que gana Ronaldo con publicidad y todo, se le oponen los 129 mil euros que gana Capa. Lo que gana Ronaldo debe ser el presupuesto del Eibar por cinco años.
No se puede hablar de competencia.
¿En qué medida pesa el presupuesto en relación a la calidad de la dirección del entrenador sobre el equipo?
Un buen entrenador siempre se ve con un buen equipo. Es imposible tener una buena orquesta sin buenos músicos. De todos modos, muy buenos jugadores y un entrenador con una idea común son capaces de ganar. En cambio, una excelente idea con un gran entrenador, pero con jugadores no tan buenos, es muy difícil que gane. La diferencia entre un buen entrenador y un entrenador del montón es cómo juega un gran equipo, es decir, cómo suena esa orquesta.
Es evidente que el Real Madrid o el Barcelona, lo dirija quien lo dirija, va a ganar. Teniendo un mal año saldrán segundos o terceros. Pero hay que ver cómo suena la orquesta. Ahí está la diferencia.
Usted afirma que “el negocio le ganó al fútbol”. ¿Cómo puede resolverse esa situación?
Que el deporte hiciera intervenir al negocio, porque en el deporte profesional es inevitable que intervenga el negocio, pero que se reserve el poder de decisión con criterios deportivos. Que no sea el negocio quien decida con lógica empresarial.
Para eso hace falta una determinada política de Estado para el deporte…
Naturalmente. El Estado tiene que intervenir en el deporte. Es sumamente importante. Acá se entiende por el deporte lo que hace Cristiano Ronaldo o Messi, o lo que hace Gasol, Nadal… pero una política de Estado para el deporte significa la participación de la gente en la actividad deportiva y el respeto al sentimiento de la gente, que no está respetado actualmente. Y el negocio, en cualquier actividad, no respeta a la gente sino el beneficio. Habría que empezar por ahí.
Existe otro aspecto de los grandes equipos en todo el mundo que no suele mencionarse, y es que no solo son negocios en sí mismos, sino que sirven de plataformas para cerrar múltiples negocios en los palcos.
Sin duda alguna. Por supuesto que es así. Los grandes empresarios utilizan el fútbol, cuando se acercan como directivos, para su propio negocio. Y los políticos utilizan el fútbol, y cualquier otro deporte, para su promoción. No solamente los dictadores utilizan a los ganadores. Siempre hay codazos para colocarse en la foto junto al que gana.
Lógicamente, a los empresarios les interesa la popularidad y que no les cobren los taxistas, pero lo que más les interesa es el sensacional escaparate que tienen para sus empresas.
Desde que estalló la crisis se ha centrado la atención en los sueldos de los futbolistas, pero usted dice que ese no es el problema.
El capitalismo no le da ni un euro de más de lo que produce a casi nadie. Por ejemplo, un empresario es recompensado por la empresa si ahorra gastos, y eso puede significar enviar a la miseria a muchos trabajadores, pero eso no le importa a la empresa, más bien el beneficio. En el fútbol es lo mismo. No les van a regalar nada a los grandes jugadores que ganan cifras realmente obscenas, que en realidad son muy pocos. Pero ganan mucho más los que están alrededor.
Lo que gana la FIFA en el campeonato del mundo es escandalosamente mucho más de lo que gana cualquier jugador de fútbol.
Igualmente, el 95% de los jugadores, como usted dice, no ganan esas cifras…
Claro que no. Aunque ganan mucho más de lo que en época de crisis como ésta gana un trabajador cualquiera.
Lo que pasa con los jugadores de fútbol es lo mismo que pasa en el resto de la sociedad. La desigualdad entre lo que ganan algunos jugadores y lo que ganan la mayoría es tremenda. Y eso en Primer División, pero tenemos que hablar de Segunda y Segunda B, que son también profesionales.
Entonces, toda la atención debería dirigirse a directivas, patrocinadores y televisiones…
Naturalmente. Se tendría que dirigir, por ejemplo, a las más de 1.500 empresas multinacionales que hicieron un acuerdo para pagar impuestos en Luxemburgo. Algunas pagan el 1%. O sea que nos están robando el dinero a todos los ciudadanos del mundo con la complicidad de los gobiernos. Porque los jugadores pagan impuestos, y las grandes empresas no. No solo estas multinacionales, sino la mayoría de grandes empresas. Según el Sindicato de Técnicos de Hacienda el 70% del fraude fiscal está en las grandes empresas y grandes fortunas.
Luego son muy hábiles colocando en el escaparate a los jugadores que ganan mucho dinero como los culpables de esta crisis. Eso es ridículo. Y no solo los jugadores de fútbol, sino también los sueldos en otros deportes. Pese a que a mi me parecen sueldos escandalosos, no creo que haya que apuntar en esa dirección, sino a los culpables de esta situación.
Una de las más importantes victorias de su trayectoria fue lo conseguido con el Club Atlético Huracán en Argentina. ¿Cuáles fueron las claves?
Las coincidencias que se dieron, porque se juntaron una serie de factores que son los que permiten que haya éxitos. Si no es muy difícil hacerlo tan rápido. Tenga en cuenta que el Huracán jugó 19 partidos en Primera División.
Las coincidencias son que había buenos jugadores y que coincidieron en ese club. Luego que en el club había una filosofía de fútbol que yo comparto y que compartían los jugadores. Y después que esos jugadores han sido muy buenas personas, por lo que todos trabajaban y entrenaban en función de lo colectivo. Y, por último, que la gente compartiera un modo de jugar del equipo que forma parte de la identidad de ese club desde hace muchos años. Hay que recordar que, entre otros, Alfredo Di Stéfano jugó en el Huracán.
No sé si es el mejor equipo que dirigí, pero sí el que más me gustó a mi y a la gente. Cinco años después han hecho una encuesta para ver cuál es el equipo que en Argentina más le había gustado a la gente, y salió ese equipo por delante de los 5 o 6 campeones últimos, con mucha diferencia. Y el Huracán no llegó a ser campeón. Tuve la suerte de poder estar ahí.
¿Cree que la gente reconoce el carácter popular del fútbol en ese equipo?
Por supuesto. Los hinchas de casi todos los equipos, menos los del Vélez contra quien jugamos la final, querían que ganara el Huracán. Un equipo que gusta a toda Argentina porque representa su forma de sentir el fútbol.
Pese a los ataques que recibe por una parte de la izquierda, el fútbol, como defiende usted y otros, como Eduardo Galeano, es una de las más auténticas expresiones populares
El fútbol ha nacido, y sigue naciendo, en los barrios populares de cualquier ciudad del mundo. Y después es arrebatado por el capitalismo a la gente. El fútbol es la fiesta que se dan los pueblos a sí mismos, aunque ahora se haya convertido en un espectáculo banal a partir de que el negocio imponga su criterio comercial.
Una cosa es lo que significa el fútbol para la gente más humilde de cualquier ciudad del mundo, y otra cosa es la manipulación de ese deporte y en qué lo transforman. Manipulación de la que los jugadores también son ajenos, porque ellos van y juegan. No son responsables de lo que luego otros hacen con eso.
¿Hay una tradición de valores, de honestidad, de lealtad y de nobleza que se han ido perdiendo?
Creo que no se han perdido. Lo que se ha perdido es el valor que tiene el juego en sí mismo. Una buena jugada tiene valor independientemente del resultado. Un regate, una combinación, una buena pared… pero en la medida en que el capitalismo le transmite sus valores de rentabilidad, el juego pierde importancia. Eso sí que ha pasado. Ahora hay que ganar como sea y se prescinde de la importancia del juego.
A la gente pobre se lo han arrebatado todo, pero eso no se lo podían arrebatar, porque esa creatividad, esa belleza que se crea en cualquier espacio baldío que hay en la calle para jugar, le pertenece al que lo hace, y le hace sentir bien. Eso le pertenece al jugador y no se lo puede quitar nadie.
El fútbol significaba el acceso a la belleza de la clase obrera. La clase obrera no ha tenido acceso al cine, al teatro o a la buena música. Su relación con la belleza estaba prácticamente limitada a lo que creaban con el juego, y luego los mejores, con lo que creaban dentro de una cancha de manera profesional. Eso se fue perdiendo porque el capitalismo le quita eso al fútbol, pero también al arte, a la literatura, al cine. Nos hacen creer que lo único que vale es ganar, y que fuera de eso todo es fracaso, y no es cierto.
El jugador está obligado a cumplir con esa eficacia. Pero es una eficacia que también la tiene un partido de solteros contra casados, o del barrio. Uno quiere ganar, pero lo otro también tiene un valor.
Hay pocos jugadores que todavía son capaces de mantener eso. Hay una frase de Xavi Hernández que para tiene un valor enorme. Ha dicho que le duele más perder un pase que perder un gol. Eso es maravilloso, porque quiere decir que le da valor al juego.
¿De qué nos acusan a los que defendemos esto?, de románticos, como si no nos importase el resultado, de vender humo, de idiotas… lo mismo de lo que le pueden acusar a quien quiera hacer una canción pero que esté bien hecha.
Además el periodismo vende al que gana, porque el que gana siempre tiene razón. Hay equipos que han sido un desastre históricamente aunque han ganado, porque finalmente esto es un juego y se puede ganar también de esa manera. Como no encuentran justificación hay una frase para justificarlo: “Algo tendrá”. Algo misterioso para lo que habrá que contratar a Sherlock Holmes porque lo que veo no me sirve para nada.
Por lo demás, el jugador de fútbol sigue siendo lo rescatable de todo este negocio, donde efectivamente está rodeado de corrupción y mil cosas raras. Corrupción que no me invento yo. La Juventus la mandaron a la Serie B porque se descubrió que había arreglado partidos para salir campeón. Ahora se están investigando en España arreglos de partidos. El entorno del fútbol es miserable. El fútbol tiene su grandeza en los jugadores y en el juego.
¿Cree que esta forma de jugar ha tenido que ver en las victorias de la Selección Nacional?
Esto ha servido para romper con el mito de La Furia creado por el franquismo. Si España había ganado alguna vez algo fue en el 64 con un estilo muy parecido a este equipo. El mito de La Furia duró mucho tiempo hasta que aparecieron estos jugadores, la mayoría pequeños, no muy corpulentos pero muy talentosos. Y ganó algo que es muy difícil de repetir. No sé si continuará porque como todos los ciclos terminó y se está rearmando, pero sirvió para que todo el mundo se vuelva a dar cuenta de que cuando se gana de esa manera se disfruta el doble, por el triunfo y por el juego.
¿Se ha perdido el trabajo de cantera, el fútbol de base y de barrio con lo que en cohesión y organización popular significa?
Por supuesto. Entre otras cosas porque cuando aparece un chico de 10 años que juega bien incluso la propia familia lo empieza a mirar como la solución a todos los problemas. Y se le quita el placer de jugar. Lo primero que le quitan a los jugadores es el placer de jugar porque los convierten en profesionales, les quitan el sentido amateur. Y ahora se lo están quitando a los chicos al empezar a jugar. Les quitan ese sentimiento tan noble y tan bonito que es jugar por jugar, porque me divierte, porque me hace bien.
El Ayuntamiento de Madrid le ha quitado al C.D Aviación un campo en el que han jugado durante más de 40 años para construir viviendas. ¿Qué opina?
Dirán que lo han convertido en algo útil que da puestos de trabajo, algo que es mentira. Se cargan a la gente, porque crean excluidos. Cuando escuchamos del gobierno que la economía va bien, efectivamente, los millonarios son más millonarios durante la crisis. Y para ellos la economía es eso, no la gente, el beneficio de unos pocos en detrimento de la mayoría. Naturalmente se cargan la alegría de la gente. Porque el fútbol es una forma de vivir con optimismo y alegría. Lo que hace el capitalismo con el fútbol es quitarle el placer y la alegría, y el fútbol si no es alegría no sirve para nada. Les sirve a los pocos que se lucran con eso.