Una aventura americana


La fundación Mapfre expone las obras más destacadas del pintor valenciano Joaquín Sorolla durante su actividad en EEUU y que nunca antes habían sido vistas en España.
La exposición reúne obras procedentes de la Hispanic Society of América y el Metropolitan Museum of Art de Nueva York. Las obras de Sorolla que conquistaros América pueden verse por primera vez en España. Los museos más importantes y los coleccionistas privados norteamericanos compraron buena parte de la obra del pintor.

El recorrido de la exposición se inicia a través de las obras de Sorolla conservadas en EEUU para detenerse en la colección Visiones de España, el conjunto de murales que Sorolla pintó para la Hispanic Society . Continúa el recorrido con una exposición de retratos de la exclusiva clientela norteamericana como Louis Tiffany o los poderosos banqueros Morgan así como sus grandes escenas de playa, sus paisajes mediterráneos y los jardines andaluces con los que sedujo al cosmopolita público norteamericano. El pintor valenciano acumuló una obra y un prestigio internacional como no se habían conocido en España. Sorolla es uno de los artistas que mejor representan a España en EEUU hasta la llegada de Picasso.
Joaquín Sorolla es seguramente el mejor representante del impresionismo español. La característica luz les da a sus cuadros una renovada energía que contrasta con el impresionismo clásico. La pincelada corta y pequeña, en apariencia independientes unas de otras, nos da “la impresión “de las cosas, particular de esta corriente, y que el pintor atrapa, para luego recrear el momento .

Es una exposición única. Al ser en su mayoría pinturas adquiridas por particulares o instituciones privadas, alrededor de 100 obras de las 150 obras de su producción norteamericana entre 1909 y 1911 que forman parte de la muestra no se han vuelto a exponer desde la primera exposición y 40 de ellas jamás se han visto. De entre las obras que nunca se han visto hay cuatro estudios de gran tamaño del lienzo Corriendo por la playa, creación que se acaba de catalogar. Por primera vez se pueden ver las 15 acuarelas con vistas a Chicago pintadas desde su habitación del hotel sobre cartones que usaban en la lavandería para doblar las camisas. Blanca Pons- Sorolla, bisnieta del pintor ha catalogado hasta 4.000 obras tras un exhaustivo trabajo de investigación y catalogación de 2 años.

Visiones de España

La exposición recoge una pequeña muestra del impresionante trabajo que representan los 14 monumentales murales de la colección Visiones de España. Cinco murales dedicados a Andalucía, dos a Valencia y Extremadura, Castilla, Cataluña, Navarra, Galicia y el País Vasco con uno cada una de ellas.

Sorolla supo convencer al multimillonario filántropo Archer Milton Huntington que frente a su pretensión inicial de que el pintor valenciano decorara la Hispanic Society con murales sobre la historia de España, sería mucho más adecuado presentar un retrato de la España de entonces, de la diversidad de sus tierras y paisajes, de sus hombres y sus costumbres.

Sorolla consciente de que su obra iba a ser la única visión de España que la ciudad más dinámica del mundo por aquel entonces podría tener por mucho tiempo dedico gran cuidado y cariño a esta colección. El encargo le llevó a viajar incansablemente por toda España y absorbió prácticamente todo su tiempo desde 1911 a 1919 buscando pintar la verdad, sin simbolismos ni literatura, de cada región de España.

Pese a estar realizado en un periodo en que las vanguardias ya han empezado a enterrar el modernismo, el peculiar impresionismo de Sorolla- sometido siempre a su capacidad mediterránea de atrapar la luminosidad, donde la luz al mismo tiempo que obliga a hacer imprecisas las líneas de definición, permite sin embargo en sus contrastes destacar contornos y delimitar perfiles-resurge con una fuerza visual deslumbrante.

La visión de España que ofrece Sorolla- que seguramente en parte es deudora y concesión a la visión romántica del filántropo neoyorkino, influenciado por los relatos de una España misteriosa y exótica de Washington Irving, ya no corresponde, en realidad, a la España de sus días, que aprovechando la neutralidad durante la Primera Gran Guerra, empieza a salir de su letargo de siglos. Es ese sentido, Sorolla pinta un mundo que está ya a punto de desaparecer y que no define ya el presente de esa España que se encamina hacia la Dictadura de Primo y la II República, aunque quizás sí mucha de su sustancia. Esa sustancia que permanece latente, invisible, perviviendo y transmitiéndose por canales subterráneos, cambiando de forma y de expresión y que podemos hoy todavía reconocer en la mirada de las muchachas guipuzcoanas, en el adusto y sereno semblante de los hombres castellanos, en ese perfil etrusco del pescador catalán o en la jovialidad del jinete valenciano.

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